Será difícil olvidar el Europride de Madrid del 2007. No solo por la cantidad de chulazos europeos que embellecían las calles de Chueca (qué cantidad de gente! madredediosa!) sino por lo bien que lo pasamos durante las fiestas del Orgullo. Y es que no fue hace tanto tiempo cuando yo era capaz no solo de salir durante todo un fin de semana sino de pegarme la juerga padre durante 5 días seguidos! Cinco! Por aquel entonces "yo no tenía un blog" y relataba mi día a día con todo lujo de detalles para atestiguarlo:
Día 1: Pregón de Marta Sánchez y que acabó con toda la plaza de Chueca abucheándola
Día 2: Carrera con tacones y actuaciones con pase de prensa en el que conocí a Julieta Venegas
Día 3: Más actuaciones y entrevistas a Algora y a La Prohibida
Día 4: Cabalgata y el día que toqué el cielo gracias a Bob Sinclar en el Infinitamente Gay
Día 5: Casi morimos en el Space pero disfrutamos como nunca en el cierre de fiesta en Vázquez de Mella
Pero sin necesidad del blog recuerdo a la perfección uno de los días en los que toqué el cielo con los dedos y los pies en la pista de baile.
La canción en cuestión de Bob Sinclar fue un hit pop-dance a nivel mundial que a mi simplemente me gustaba pero al pincharlo en la fiesta Bob preparó el ambiente de tal manera que, al igual que la calma que precede a la tormenta, intuí que ahí se iba a liar muy gorda y por eso me decidí a grabarlo mientras observaba todo con una sonrisa de oreja a oreja.
Es por eso que este tema siempre lo relacionaré a una de las semanas más divertidas que he pasado nunca junto a mi amigo Curro y a una de las experiencias más espirituales que he tenido nunca. Alimentada por la música house, pantallas, lásers, multitudes y alcohol, sí, pero espiritual igualmente.
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